Miedo al trauma
Miedo al trauma
Primera parte

El miedo al trauma de nuestros perros.
El miedo es una energía y emoción muy común y extendida en y entre nosotros los seres humanos. cada uno de nosotros tiene una tendencia a unos miedos u otros, siendo un trabajo personal y constante para nuestra propia evolución exterior e interior.
El sentimiento, la emoción, la forma de trabajarlo, afrontarlo, incluso como lo vivimos día a día, no es igual para un humano que para un perro.
Se
puede hacer una lista desde el punto de vista etológico, psicológico o
físico, pero para mi la principal y más importante de las diferencias es la que a continuación desarrollo. En los humanos nuestra parte racional o raciocinio, que todos
sabemos que en ocasiones nos ayuda y en otras nos perjudica, nos aleja de nuestras emociones y corazón, dando mucho poder y fuerza a nuestros
pensamientos e ideas muchas veces ya preconcebidas. En los perros, en cambio, la conexión con las emociones, sensaciones, con esa
parte más natural de la vida y el entorno (todo aquello que les rodea) es primaria y superior. También se caracterizan por la sencillez y simplicidad de su forma de vida o
existencia.
Un perro posee la capacidad de recuperarse bien y rápido de un trauma, ya sea físico o psicológico.
El
psicológico dependerá del individuo y todo su entorno, incluidos los
humanos con nuestra influencia, para que la recuperación sea más o menos
rápida. El trauma físico dependerá de la gravedad y salud del can para
su recuperación.
Una vez recuperados se muestran muy alegres, con mucha energía y ganas de jugar. En los humanos, en cambio, no siempre es así. ¿Por qué? Por nuestro raciocinio o parte mental. Nosotros tenemos más interferencias, expectativas, experiencias, historias e ideas que los canes no poseen. Por tanto, lo viven y sienten de diferente forma y suelen ser más rápidos en sus recuperaciones que nosotros.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando filtramos esta mezcla, nuestra mezcla, hacia y con nuestros perros en todos los ámbitos de la convivencia?
No nos damos cuenta o no somos conscientes, pero lo vivimos y lo sufrimos como si fuera nuestro. Es decir, nos quedamos en el sufrimiento de lo que está pasando sin ser capaces de gestionar esta emoción y traspasarla.
En ocasiones nos lleva a la parálisis y bloqueo (mental, emocional y físico) propio y con nuestro perrete.
Muchas veces me encuentro a personas con sus canes y éstos se muestran amigables, juguetones, sin miedos ni problemas de comportamiento con otros perros ni personas. O sea, no hay ningún problema, pero pasado un rato y cuando aparece una situación de estrés con otro perro (muy común, natural, habitual y necesaria), esta persona empieza o ponerse nerviosa, coge a su perro apartándolo, incluso se marcha del lujar alegando que no quiere hacer pasar por esa situación a su perro.
También observo a personas que ya tienen en su interior este miedo, ya sea por experiencias ya vividas o no y entran en pánico o parálisis. Esto hace que sea imposible o muy difícil gestionar o afrontar la situación de la manera más calmada y relajada posible por el bien del conjunto humano-perro.
Ante estas situaciones de estrés tenemos dos grandes áreas de evolución, crecimiento, educación y conocimiento real de las dos partes: humano y perro.
Me gustaría seguir aportando mi percepción y experiencia en este tema que tanto me interesa, estudio y observo, así que si os apetece estaré encantado de ampliar información el mes que viene en la segunda parte.
Óscar Morejón.
Terapeuta y educador canino.