A través de la experiencia ( Parte I )
A través de la experiencia ( Parte I )

Hay mucho más allá detrás de esa "simple" idea que todos tenemos cuando cogemos un perro. Yo, por ejemplo, quería un 'súper perro' aún no siendo consciente de ello. Luego lo fui y pude profundizar en la parte emocional o energética de ese momento vital, de cómo yo me sentía, de cómo actuaba en todas las parcelas de mi vida. Y justamente él, Nufo, fue quién me dio esa información...
Hoy os voy a empezar a mostrar o explicar casos reales de educación y psicología canina, abarcando los tres campos ( físico, mental y emocional) tanto en el perro como en el humano.
Primera parte: Mi propia experiencia, un paso hacia la evolución
Venía de una etapa de formación muy intensa
sobre adiestramiento y educación canina y llevaba 5 años como profesional a la vez que practicaba un deporte con perro
a nivel de competición. En aquel momento tenía a Becky como perra de compañía y
mi primer perro dentro del deporte canino. Tras 7 años decidí terminar la etapa deportiva con ella y siguió
siendo mi compañera para todo. Entonces quise cogerme otro perro, macho, fuerte,
con carácter, buena genética, es decir, hijo de perros campeones dentro del
deporte. En fin, como veis, decidí tener un perro que tuviera unas
características muy marcadas, quería un súper perro, aún no siendo consciente
del todo de ello. Y digo del todo consciente porque a priori era algo mental,
un simple pensamiento, como el que tenemos todos cuando decidimos cogernos un
perro. Siempre hay quién prefiere una raza u otra, un tamaño u otro..etc. Pero
en el fondo hay mucho más allá detrás de esa "simple" idea de la que ni
siquiera somos conscientes. Luego lo fui y pude profundizar en la parte
emocional o energética de ese momento vital, de cómo yo me sentía, de cómo
actuaba en todas las parcelas de mi vida. Y justamente él, Nufo, fue quién me dio esa información. Empecé
trabajando con él sobre todo en adiestramiento deportivo. Era un perro con
muchas cualidades, especialmente instintivas, muy obediente y siempre mostraba
ganas. Esto me hacía sentir muy bien pues despertaba mi parte más egoica (de mi
propio ego), ya que tenía un perro fuerte y con carácter que además controlaba
y me obedecía a pies juntillas. Todo a través del control y la autoridad. Eso
es algo que he visto luego, claro, porque en aquel momento de mi vida ni me
daba cuenta. Establecí con Nufo una relación basada en el control, la
autoridad, la desconfianza... debido a mi creencia sobre él mismo y mi poca
confianza en muchos ámbitos de mi vida y en mis propios perros. --->
Durante meses y años nuestra relación, como la que yo tenía con el resto del mundo, fue y siguió siendo así, llena de control, desconfianza y autoridad, pero a mí ya me iba bien porque inconsciente- mente seguía alimentando mi ego con sus prestaciones para el deporte y su parte obediente. Y lo que generé a través de ese sistema de funcionamien-to (y todos generamos sin darnos cuenta) fue un estado emocional alterado. Pero en realidad Nufo solo fue lo que yo le pedí que fuera...
-----> Durante meses y años nuestra relación, como la que yo tenía con el resto del mundo, fue y siguió siendo así, llena de control, desconfianza y autoridad. Pero a mí ya me iba bien porque seguía alimentando mi ego con la parte obediente de Nufo y sus prestaciones para el deporte. ¿Y qué generé con mi compañero Nufo a través de ese sistema de funcionamiento? Pues inconscientemente aislamiento, dureza (por tanto control), inseguridad... en definitiva un estado emocional alterado. Y en ese momento de mi vida llegó el cambio. Tuve una gran oportunidad a nivel profesional, pero sobre todo personal. Empecé unos estudios en Psicología Transpersonal aplicada a la educación canina que continué con formación aplicada a los humanos.
Y poco a poco me fui dando cuenta de que Nufo no tenía una vida de perro, ya que una vida con un perro es disfrutar con él, no sufrir. Es poder compartir momentos con otras personas y otros perros. Es poder ir a cualquier lugar sin miedo a sus reacciones y con confianza, en él, en ti, en los dos. Y yo todo eso no lo tenía, hasta tal punto que llegó un momento en que nuestra relación no solo me preocupaba sino que llegó hasta atormentarme, haciéndome sentir mal tanto personal como profesionalmente. Nuestra relación, la que yo (y todos) había generado, atentaba contra mi corazón perruno que lo que en realidad cree y ama es disfrutar con tu perro y tener una relación de armonía, confianza, cooperación e intercambio, pues en todas las relaciones hay un intercambio emocional, mental y físico.
Y así fue como empecé a sentir que yo no era feliz con Nufo. Ahora sé que no lo era porque yo ya no era la misma persona ni él, por tanto, me representaba ni podía seguir cubriendo "mis necesidades". Pero en realidad fue justo lo que yo le pedí que fuera. Y empecé a entender...
Si queréis seguir entendiendo, seguimos el
mes que viene con la segunda parte.
Óscar Morejón
Terapeuta
y educador canino
Eccecanis, "Educar para educarte"